El alcohol afecta especialmente al sistema nervioso y el sentido de la visión así como al comportamiento del conductor.
Estas sustancias incrementan el tiempo de reacción, reducen el campo de visión y provocan que se aprecien mal las distancias y las velocidades de otros vehículos. Cualquier conductor esta obligado a someterse a las pruebas que se establezcan para la detección de las posibles intoxicaciones por alcohol, si la autoridad competente lo requiere.
A la ya popular frase «Si bebes no conduzcas» se le podrían añadir infinidad de coletillas:«Si te drogas, no conduzcas», «Si tomas medicamentos no conduzcas», «Si estás preocupado...». Toda una serie de recomendaciones indispensables si se tiene en cuenta que conducir es una actividad que requiere la máxima atención, ya que está en juego no sólo la integridad propia sino también la salud, y hasta la vida, de los demás.
Aunque pueda parecer básica la importancia de la conducción responsable, el hecho es que un alto porcentaje de los accidentes de tráfico se debe a fallos humanos, causados en muchos casos por el consumo de sustancias peligrosas, la falta de sueño o, incluso, distracciones del conductor al volante. Según Juan Carlos Luque, médico de la Dirección General de Tráfico, entre un 30% y un 50% de los fallecidos en accidente de circulación presentaban tasas positivas de alcohol en sangre. Entre aquellos accidentados que han sobrevivido, pero han requerido su ingreso en un centro hospitalario, un 20% había consumido alcohol. Sin embargo, entre los que se han visto implicados en accidentes de tráfico y han resultado ilesos, tan sólo un 10% había bebido. El porcentaje es también alarmante entre los peatones: un 30% de los viandantes fallecidos por atropellos u otros accidentes presentaban tasas positivas de alcohol en sangre. En cuanto a otras sustancias, hay menos estudios, por lo que los datos no son tan concluyentes pero, según cifras de Tráfico, entre un 8% y un 15% de los fallecidos por accidentes de circulación había consumido drogas y/o medicinas. A la ingesta indebida de estas sustancias se deben añadir otras causas de siniestralidad víal: las enfermedades no diagnosticadas (como las primeras fases del Alzheimer) y distraerse mientras se conduce. Ante este panorama, existen dos soluciones: el endurecimiento de las sanciones y el aumento de la responsabilidad individual. Una información adecuada, y desterrar tópicos vigentes («yo conduzco igual con un par de copas encima, todo el mundo consume medicamentos y no deja de conducir...») puede ser la clave para acabar con la alta tasa de siniestralidad existente.
DUDAS MÁS FRECUENTES
A niveles bajos produce una pérdida general de las capacidades para conducir. Se deterioran las percepciones y también la capacidad visual, de tal manera que el conductor ebrio no valora correctamente ni las distancias ni la velocidad y está incapacitado para fijar la vista en un punto concreto, lo que hace que le resulte difícil seguir y reconocer objetos y señales. Asímismo, el alcohol produce euforia lo que implica que el que va al volante sobrevalora sus capacidades y afronta unos riesgos a la hora de tomar decisiones que no asumiría en condiciones normales.
La somnolencia es otra de las consecuencias de beber alcohol y, por ello, el conductor ebrio sufre un retraso en los tiempos de reacción que puede ser fatal. Todos estos efectos se multiplican según aumenta la cantidad de alcohol consumido.
¿Cuáles son los límites legales del consumo de alcohol estipulados en la legislación española?
Existen dos formas de medir el consumo de alcohol: la cantidad presente en cada litro de sangre y la que hay en cada litro de aire expirado. Dependiendo del modo en que se cuantifique, el límite es distinto: 0,5 gr. de alcohol por litro de sangre y 0,25 gr. por litro de aire expirado. En los controles de carretera, es la cantidad de alcohol en aire expirado lo que se mide, por lo que es la segunda cifra la que se debe tener en cuenta. A las personas que llevan menos de dos años en posesión del carné de conducir, así como a los conductores profesionales, sólo se les permite tener 0,30 gramos de alcohol por litro de sangre o 0,15 gr. por litro de aire expirado.
¿Eso quiere decir que si bebo poco no notaré los efectos del alcohol al conducir?
No, el organismo siempre nota los efectos del alcohol. Por poco que se beba la capacidad perceptiva es menor y la reacción, en caso de que se presente una situación de riesgo, será más lenta.
En caso de sufrir un accidente ¿tendré más secuelas si he bebido?
Sí. La razón principal es que los reflejos se ven seriamente afectados por el consumo de alcohol, de tal manera que la reacción lógica ante un choque (taparse la cara, encogerse...) no se produce si el conductor está muy ebrio. Además, el alcohol reduce la respuesta del organismo ante el politraumatismo, por lo que las heridas pueden ser más graves para la persona afectada que haya bebido.
¿Son eficaces los «trucos» para dar negativo en los controles de alcoholemia?
No. Consumir caramelos de café o chicles puede conseguir que el aliento no huela a alcohol, pero eso es algo que no tiene nada que ver con la presencia de esta sustancia en la sangre o en el aire que expiramos.
Algunos consejos prácticos sobre alcohol y conducción.
Aunque lo recomendable sería no coger el coche si se prevé que se va a consumir alcohol, en caso de que se decida conducir es imprescindible designar a un conductor sobrio, alguien que se comprometa a no beber en toda la noche. En caso de ir a una fiesta en una casa, la responsabilidad se traslada al anfitrión, que debe disponer de bebidas no alcohólicas para estas personas y tener la sangre fría de llamar a un taxi o impedir que se monten en el coche aquellos grupos en los que no haya sido designado un conductor sobrio.
¿Cómo afecta el consumo de medicamentos a la conducción?
No sólo el medicamento afecta a la actividad de conducir; también la patología por la que se está medicando el paciente influye en la conducción. Los efectos secundarios principales de los medicamentos son: transtornos de somnolencia, visuales (visión borrosa o doble), y alteraciones neuromusculares y en el sentido del equilibro. Además, algunos producen un retraso en el movimiento de las extremidades. Todos estos efectos se multiplican si el conductor en tratamiento ha consumido, además, alcohol. Los medicamentos que más efectos secundarios tiene son los antihistamínicos, los ansiolíticos y los indicados para la enfermedad cardiovascular.
¿Cómo afectan las drogas a los conductores?
Las drogas que más se han detectado en conductores, en los estudios llevados a cabo en nuestro país, son: la cocaína, opiáceos y derivados y el cannabis. El consumo de cocaína produce en el usuario una sensación de euforia que le hace desvincularse del riesgo en la conducción. Los opiáceos tienen como mayor efecto secundario la somnolencia, y el consumo crónico de cannabis puede producir alteraciones en el equilibrio.
¿Por qué es importante estar descansado antes de coger el coche?
Según un estudio publicado en The Journal of the American Medical Association , los conductores somnolientos suponen tanto peligro para la salud pública como los bebidos. Cuando una persona siente sueño su capacidad de percepción se ve seriamente disminuida. Además, el sueño es algo difícil de controlar.
¿Es peligroso conducir hablando por el móvil?
Sí, como cualquier otra actividad distractiva, sólo que con el riesgo añadido de que suele ocupar más tiempo que las distracciones habituales al volante (como poner un cassete). Además, hablar por el móvil implica conducir con una sola mano. Estos dos motivos justifican su prohibición por parte de las autoridades españolas.
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